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sábado, 18 de febrero de 2012

Mathieu

Normalmente pensamos que un puente se construye para unir dos lugares. Los puentes suelen cruzar un rió, una ribera, un terreno abrupto o luchar contra la distancia que impone el mar. Sin embargo, yo ya aprendí que un mismo puente puede llevarte a más de un destino a la vez. Solo hay que cambiar las perspectivas.

Hoy, ha sido uno de esos días especiales. Hoy, ha sido uno de esos días que le dan sentido al estar donde estoy. Hoy, en cierto sentido no ha sido más que una continuación de ayer y, en otro sentido, ha sido el comienzo de mañana.

Ayer, después de casi dos años me encontré de nuevo con mi amigo “el francés”. Personaje particular que nunca te deja indiferente. Es dificil creer que ahora anda en los 21 años aunque, para ser sincero, ya era dificil creer que hace dos años él solo contara con 19. Sin duda, él me hizo cambiar muchos de esos malditos prejuicios que antes tenía. Prejuicios de los que trato de quitarme responsabilidad y, quizás en un acto de evasión, achaco a la sociedad andaluza, quizás sevillana o quizás pueblerina. En cualquier caso, hace tiempo que esos prejuicios desaparecieron y, gran culpa de ello hay que achacarla a mi amigo Mathieu.

Las personas cambiamos. Eso es una evidencia pero, a decir verdad, mi amigo francés conserva aún hoy día mucha de las cosas que, gracias a Dios – por dárselas a alguién que no sea francés- ya tenía cuando lo conocí. La alegría vive en cada una de sus palabras, la sonrisa aparece casi permanente en sus ojos y su sentido del humor permance tan intacto como el primer en que lo conocí. Sin embargo, el tiempo pasa por todos y él no puede ser menos. Su energía fué un poquito más baja, tal vez una larga noche hizo que tuviera las pilas descargadas. Pero Mathieu no vinó solo, Julia lo acompañaba: chica de dulce sonrisa que, a primera vista, parece adaptarse a todo y que todo le parece bien. Llévala a Camden Town y le gustará, llévala andando en el bullizio de Londres con la más torrencial de las lluvias que no pondrá pegas porque su cabello se empape. Y encima de todo, soporto con la más inocente de las sonrisas, decenas de malas y sinsentido.

Su forma educada y generosa de comportarse me recuerda mucho a alguién que conocí mucho tiempo atrás. A decir verdad, ya hace tiempo que aquello que yo conocía se tornó desconocido. Lo desconocido fué rutina y luego realidad.

Mathieu me alegró el día del viernes. Cuando bajaba del trabajo para recogerlo en Oxford Circus y llevarlo al primer lugar en que me tomé un cerveza en Londres, tengo que reconocer que mis piernas temblaron de emoción. Hacía tiempo que no tenía ese sentimiento pero, tengo que reconocer, que el tiempo que hacía que no lo veía haría cambiar mi estado nervioso. Al aparecer a su lado, como debía de ser, ambos abrazos se fundieron en cuestión de segundos.




Tras ello, rememorar historias, acordarse de amistades que ahora tan lejos y promesas que no sabemos si se cumplirán... Solo hay una cosa cien por cien segura y es que, durante este tiempo y por el simple hecho de poder estar el uno en frente del otro, ambos fuimos personas llenas de felicidad.


Un trozo de piedra se ha posado en mi ventana,
con la mirada entrelazada entre el viejo cristal
y los huecos que se esconden en mi almohada,
he visto un mosaico de flores bajo mis pestañas.

El puente es largo y el agua pasa,
al otro lado del río la vida que gira
permanece intacta.


La escalera larga que subía ya nunca baja.
Se ha disfrazado de viento el viejo cemento
y en el largo agetreo de la ciudad alocada
una bonita sonrisa parece esperarme sentada.

El puente es largo y el agua pasa,
al otro lado del río la vida que gira
te espera intacta.

Higher and higher,
We're gonna take it,


Down to the wire,

We're gonna make it,
Out of the fire,
Higher and higher

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