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miércoles, 20 de abril de 2011

Y un día, Miguel me dijo...

Y un día, Miguel me dijo: "¿Cuánto nos cambió la vida aquel viaje a Bruselas?"


¡Y cuántas veces me lo ha repetido!


Y es que la aventura de Manu, no solo fué únicamente el principio de la mía.

Recuerdo tomar un autobus al salir de la facultad de Derecho. Estaba nevando pero aquello, ya no me sorprendía como la primera vez. A pesar de mi ilusión, comenzaba a contemplar este fenómeno natural como una perturbación en el quéhacer diario de las personas que cambiaba, el ya de por sí paciente humor del granadino-medio.

Paré en casa de Miguel. Yo había hablado con Manu la tarde de antes: "Venid cuando querais. Mi casa es vuestra casa. Mi ilusión por teneros aquí, y enseñaros Bélgica, va más allá de lo que puedan expresar mis palabras". Para ser sincero, estas no fueron exactamente sus palabras. Manu es una persona tímida, muy delicado en sus palabras y más aún con sus hechos. Sin lugar a dudas, la dulzura es el adjetivo que mejor lo califica. Nunca levantará la voz por encima de nadie. Sin embargo, todo el que lo conozca sabe, que tiene un corazón que no le cabe en el pecho.

Tras mirar varios websites, hacer números y divagar por factores que hoy día me parecen insustanciales -eran cosas de novatos- elegimos Madrid como punto de partida. Miguel y yo reservamos billetes de ida y vuelta a Bruselas Charleroi.



Después llamaríamos a Molina que, ante nuestra sorpresa, se unió al viaje. Otro día hablaré de él. Merece varios capítulos a parte.

Señor Miguel.

Aprendiendo.

Aprendiendo de la vida.

Es uno de las cosas de las que Miguel te salpica. Tengo la impresión que siempre aprendo algo nuevo cuando hablo con él, recibo un e-mail, o qué decir de compartir unas cervezas. Puede animarte en el peor de sus momentos y sacarte una sonrisa, incluso aunque él lo necesite más. (Carmen y Mari Carmen coincidiran conmigo en esto). Puede llegar a ser capaz de incitar al propio Jose Ramón de la Morena a hacer buceo fuera del agua, utilizando su mano como escafamdra. Puede irse de borrachera con tus padres, bebiendo cervezas hasta las 6 de la mañana, por los garitos más androjosos de Granada. Puede contarte el chiste del loro una y mil veces, que seguirás muriéndote de risa.


Las historias con él no tienen fín, y el receptor de las mismas siempre quiere escuchar la siguiente antes de que termine la anterior.

¡Con esta persona decidí irme a Belgica!

Y amigo Miguel, como tantas veces me has dicho, "¿Cuánto nos cambió la vida aquel viaje a Bruselas?". 


Y cuánta razón tienes.

Y ahora, con el paso de los años, me doy cuenta de lo importante que ha sido en mi vida, no solo el hecho de viajar (en un primer momento desde mi pueblo natal a Granada, para cursar estudios en la Universidad) sino cuán importante es hacerlo con la gente a la que quieres de verdad.


Al fín y al cabo, "para no tener alas, hay que echarle dos cojones".

3 comentarios:

  1. Bueno, despues de algún fallo en la publicación de mi comentario, y una primera prueba mediante un simple saludo,jaja. Me parece una buena idea, y la noticia de las prácticas es una gran noticia. Andando poco a poco se hace camino. Tengo otra frase filosófica: "lOS huevos de Elena están frios y queman",jaja. Anda, haber si lo superas!!. Ya tienes en mi persona un primer seguidor de tu blog, estaremos en contacto y seguiré tus post con impaciencia. Un abrazo para ti y para tu actual pareja sentimental. Cuidate mucho!!!

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  2. Los hombres de bien tienen el concepto de la amistad muy elevado. Y eso me gusta en Vd. señor.

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